En el anterior capítulo del Curso sobre protección vimos los diferentes tipos de seguros y ahora toca analizar con ayuda de la psicología y de la economía conductual por qué nos cuesta tanto asegurarnos. Y por qué, cuando alguien nos obliga, buscamos el seguro más barato posible y no el que más nos beneficiará. Pero, ¿realmente son caros los seguros? ¿o es que los percibimos como una obligación más que como el «billete de lotería» que realmente son?
Tabla de Contenidos
Los seguros
Los seguros, hemos visto en el capítulo primero de este Curso, sirven para protegernos de la contingencia. Y la contingencia, posibilidad de que nos ocurran cosas con impacto económico negativo, es parte de nuestra condición humana. Por eso, surgieron las mutualidades, antecesoras de las aseguradoras.
Los ciudadanos nos aseguramos para protegernos de la posibilidad de que, por azar, se produzca una contingencia que genere una necesidad de reparación sobre nuestros bienes materiales o nuestra persona. Y especialmente sobre las consecuencias de nuestros actos u omisiones sobre las personas terceras con las que interactuamos cada día (vecinos, peatones, conductores, clientes, etc.).
Los cuatro principios de los seguros
Estos son mis cuatro principios básicos en educación financiera sobre los seguros. Recuerda siempre que los seguros compran tranquilidad, nunca deben ser vistos como un gasto, aunque nos obligan a sacrificar gastos innecesarios hoy. Y que los riesgos que cubren los seguros es mucho más probable que acaezcan, que la probabilidad de que nos toque la lotería.
La economía conductual
Como estudios elegí ser Economista y me licencié por la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Pero confieso que los últimos años he leído trabajos científicos sobre la economía conductual (behavioral economics) y esta teoría económica me encaja perfectamente en mi forma de ser y de pensar. Autores como Dan Ariely, Daniel Kahneman o Richard H. Thaler tienen publicadas cosas sobre nuestro comportamiento económico realmente sorprendentes.
Somos predeciblemente irracionales
La primera hipótesis de estos autores, a diferencia de la economía clásica que habla de información perfecta (o imperfecta) de los agentes económicos, es la irracionalidad. Ariely dice que somos predeciblemente irracionales en nuestras decisiones económicas del día a día. La irracionalidad está presente cada día en decenas de decisiones de inversión o gasto que tomamos, llevados por una serie de sesgos (biases) de nuestra personalidad.
El ejemplo más clásico es la compra de un coche (si comprar frente a alquilar cuando se necesite no es ya de por sí una decisión irreflexiva).
Compramos un coche más guiados por los valores y proyecciones que sobre nuestra persona hace una marca concreta con su publicidad de años, que por indicadores racionales (calidad/precio/consumo/mantenimiento, etc.).
La gratificación instantánea
Y dentro de esta forma irracional de tomar decisiones está el comportamiento de dar preferencia a una recompensa conocida inmediata que a una promesa de beneficio intangible futuro. Es decir, que los seres humanos buscamos siempre la gratificación instantánea, el premio inmediato, la recompensa inmediata sobre la promesa futura de un beneficio que hoy no sabemos cuantificar.
El más vale pájaro en mano que ciento volando, ciertamente no sirve en educación financiera.
Y sin embargo, ahorrar para un objetivo personal o familiar futuro (comprar vivienda, hacer un máster o jubilarnos), o incluso asegurarnos, o asegurar el coche en una modalidad más completa, nos cuesta un montón. ¿Por qué? Porque los recursos (ingresos) que manejamos hoy, son finitos y bastante limitados y dedicarlos a intangibles o beneficios futuros difícilmente apreciables hoy, implica hacer renuncias hoy.
Elegir la protección de un seguro de vida o de vivienda, implica renuncia a consumos mucho más gratificantes hoy.
La educación financiera te enseña
La educación financiera te ayuda a entender el concepto de la “sustitución de recompensa”. Este principio dice que la mayoría de las actividades o decisiones que tomamos en la vida (hacer una dieta, ahorrar, estudiar, ir al gimnasio, etc.) y que nos favorecen a futuro necesariamente significan una difícil postergación del beneficio que nos aportará este esfuerzo diario.
Para contrarrestar esta tendencia a la gratificación instantánea, Ariely propone inhibir las decisiones de consumo inmediato y provocar la autorreflexión sobre la decisión adecuada.
Por ejemplo, si nos fijamos un programa de ahorro mensual del 10% de nuestros ingresos sí o sí en un momento de racionalidad, estaremos preparados para evitar que cuando entre una nueva nómina te veas llevado/a por el estímulo de una recompensa a corto plazo en la forma de comprar ropa, ir al restaurante, darte un viaje de fin de semana, etc.
De gastos extraordinarios a imprescindibles
Y la clave para contrarrestar la promesa de la gratificación inmediata, debemos revisar nuestra forma de percibir el gasto en seguros.
Si recuerdas del Curso de ahorro, dentro de los distintos gastos de la familia, los seguros se podrían encasillar dentro de la categoría de gastos extraordinarios.
Los gastos extraordinarios los definíamos como aquel tipo de gastos que, siendo previsibles, no son recurrentes (la declaración de la renta cuando sale a pagar, el seguro anual del coche o su revisión periódica, etc.).
Pero hay una buena noticia para hacer menos extraordinario el gasto anual en seguros y convertirlo en un gasto imprescindible. Las aseguradoras te ayudan a sobrellevar el desembolso anual extraordinario. Y te permiten mensualizar el pago de tu prima y acumular todos tus seguros en un solo pago mensual.
Con esta genial maniobra de marketing, las aseguradoras te ayudan a reducir el impacto de los seguros en tu economía familiar y a distribuir el esfuerzo en un pago mensual. Y a su vez consiguen fidelizarte para que contrates todos tus seguros con ellas.
Una vez resuelto el tema del impacto económico anual sobre tu economía, es hora de cambiar tus prioridades de gasto. Si, por el principio del págate a ti mismo primero, debemos atender el ahorro como primer componente a detraer de los ingresos mensuales, no estaría de más, aplicar el importe mensual en seguros como segundo gran gasto del mes, incluso antes del resto de imprescindibles.
Incorpora el pago de seguros a tu lista de gastos imprescindibles y ponlo en segundo lugar tras el ahorro.
Normativa sobre seguros
El seguro se encuentra regulado en España por la Ley 50/1980, de 8 de octubre, del Contrato de Seguro.
Ya hemos visto sucintamente por qué nos parecen caros los seguros. En el siguiente capítulo de este Curso sobre protección vamos a ver qué nos interesa asegurar en todo momento de la vida y por qué (teoría de la responsabilidad decreciente).
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