El crédito es la forma de vivir de millones de familias en la actualidad. Poder consumir hoy, y pagar mañana es uno de los mejores inventos del sistema financiero en las economías desarrolladas del mundo. Y hacerlo con garantías para todos, consumidores, comercios y bancos es la aspiración de políticos y reguladores económicos. Pero gracias al crédito (o por su culpa), también, muchas familias viven asfixiadas financieramente. En este post examinamos cómo solicitar una tarjeta de crédito, y cómo funciona este medio de pago, con sus pros y contras.
Pero antes, vamos a ver qué es el crédito, cómo funciona y para quién es bueno.
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El crédito, ¿es bueno? ¿Para quién?
El crédito en general, es un recurso de los sistemas financieros modernos que permite lograr interesantes apalancamientos. Si no fuera por el endeudamiento a largo plazo que nos permiten los préstamos hipotecarios, (una forma de dar crédito a un comprador de vivienda) por ejemplo, casi nadie podría comprarse una casa y vivir en ella.
Más a corto plazo, los créditos y préstamos personales, y el crédito que concede una tarjeta de crédito son herramientas que nos permiten financiar compras, y pagarlas cómodamente a plazos, posteriormente.
Gracias al mayor consumo de bienes y servicios que el crédito facilita, las empresas pueden seguir vendiendo su producción, mantener los puestos de empleo y remunerar a los accionistas con los beneficios generados. Y los bancos y financieras, a su vez, pueden multiplicar el valor de los depósitos que captan entre sus ahorradores, y financiar el consumo de sus clientes.
Por tanto, a las empresas y a los bancos les interesa que haya crédito. Gracias a él, las familias se animan a gastar y a consumir. Incluso consumen aunque en ese momento no tengan el dinero suficiente para pagar completamente sus compras.
En definitiva, gracias al crédito, podemos acceder a productos de consumo y contratar servicios y vivir una vida con mayor bienestar material que la de nuestros padres.
¿Cómo llegó el crédito a España? Nos tenemos que remontar a finales del siglo XX para saberlo.
La explosión del crédito en España
En los años 1960-1970 es cierto que hubo un despertar de la sociedad de consumo en España, importando del bienestar norteamericano de posguerra. Nuevas marcas, productos y servicios comenzaron a llegar a los hogares. Básicamente electrodomésticos, automóviles y vivienda. Pero si no tenías efectivo difícilmente podías acceder al pago de esos bienes de consumo: televisores en blanco y negro, neveras o incluso coches de la marca SEAT.
En los años 1970 comenzó a darse una tímida liberalización bancaria aquí que pasó por la reducción de las exigencias legales para crear un banco y el fomento de la banca extranjera a partir de 1981. Esto contribuyó a que bancos extranjeros con productos y servicios financieros más sofisticados compraran bancos con licencia española e introdujeran entre sus clientes nuevas propuestas de servicios financieros importadas de Europa. Muchas de ellas fueron los préstamos y los créditos al consumo.
Pero en España no conocimos la llegada de la compra a crédito hasta que la normativa bancaria se relajó en los años 1980. Años en los que, a la par de esta apertura financiera, comenzamos a conocer las grandes empresas de distribución alimentaria (Carrefour, Alcampo, Eroski, etc.) y las tarjetas cliente de sus financieras. Estas tarjetas permitían equipar los hogares con electrodomésticos de todo tipo a precios desconocidos hasta entonces.
La tarjeta de crédito
La primera tarjeta de crédito concedida en España la emitió el Banco Bilbao a un cliente en el año 1978. Básicamente, entonces y ahora, se estudiaba el volumen de pagos que se podían acumular en un mes con este medio de pago, tuviera o no un saldo en cuenta que lo respaldara. Y se giraba al cobro a fin de mes el acumulado de las compras habidas. O se negociaba un plazo superior para amortizar la deuda, con un recargo de intereses.
Cómo funciona una tarjeta de crédito
El funcionamiento de este tipo de tarjeta es sencillo. A diferencia de la tarjeta de débito, que solo permite hacer pagos en comercios o extracciones de cajeros contra el saldo en la cuenta asociada, la tarjeta de crédito permite exceder el saldo en cuenta hasta el límite de crédito que el banco nos haya aprobado.
Ese límite de crédito dependerá de la solvencia y riesgo que los servicios de riesgo del banco nos autoricen en función de nuestra nómina, de nuestros ingresos demostrables si somos autónomos, de nuestra pensión si somos jubilados, etc. Dar crédito, en el fondo, es hacer un acto de fe en que confiamos en que el usuario sea capaz de devolver el dinero que le estamos prestando, a corto plazo. Y por ese servicio le cobramos un coste financiero en forma de intereses.
Cómo solicitar una tarjeta de crédito
Para solicitar una tarjeta de crédito, lo primero que tenemos que tener es un contrato de cuenta bancaria firmado con una entidad financiera. Luego debemos disponer de saldo en cuenta y domiciliar algún tipo de ingreso estable. Para acreditar esto, los bancos suelen requerir domiciliar una nómina, la pensión o cualquier forma de ingreso periódico en la cuenta bancaria.
Más tarde deberemos firmar un contrato de tarjeta de crédito con la entidad. En función de estos ingresos y de su estabilidad, así será el crédito que nos conceda la entidad financiera. No hay secreto.
Por ejemplo, en el contrato de tarjeta de crédito de Openbank se dice así:
Una vez concedida la tarjeta podemos seleccionar la forma en que queremos hacer uso de ella, habiendo normalmente tres sistemas:
- Acumulación de compras a crédito en un solo recibo mensual, sin intereses. Básicamente, irás pagando con tu tarjeta de crédito tus compras y un determinado día del mes, el banco junta todos los recibos pendientes y te los pasa, juntos, en un solo pago, por tu cuenta corriente asociada.
- Compras a crédito aplazadas: en este caso, puedes optar por devolver el importe de las compras de un período en dos o tres meses siguientes con sus intereses correspondientes. O amortizar la deuda con una cuota fija permanente mientras tengas saldo disponible para seguir pagando a crédito. A esta última forma de financiar las compras a crédito se la conoce como «revolving», y es la responsable de muchas situaciones límite de miles de consumidores atrapados en pagos mensuales con intereses por encima del 20%.
Qué tarjeta de crédito elegir
Por todo ello, si vas a elegir una tarjeta de crédito te aconsejo informarte ante y comparar las siguientes condiciones de al menos tres bancos:
- Los gastos de emisión y renovación de la tarjeta principal y de la tarjeta adicional para tu pareja. Puede que la principal sea gratuita pero no la accesoria. O que el primer año lo sean ambas, pero no a partir del segundo. Ojo porque el coste de renovación anual de una de estas tarjetas puede rondar los 40 euros.
- Coste de la modalidad de pago aplazado: se conoce por la TAE de esta modalidad, que el contrato de informar. Cuanto más alta la TAE anunciada, más caro te será devolver el importe de una compra con pago aplazado.
- Coste del pago revolving (se devuelve la misma cantidad fija todos los meses): se sabe por la TAE de esta modalidad, que el contrato de informar. Cuanto más alta la TAE anunciada, más caro te será devolver el importe de una compra con pago aplazado;
- Coste de sacar dinero de un cajero automático con tu tarjeta de crédito ya que hay importantes comisiones cuando sacas dinero a crédito de un cajero, sea de tu red o no.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
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