Uno de los conceptos más fascinantes de la Economía es el de la productividad. Se dice que en España trabajamos mucho (o muchas horas), y sin embargo no conseguimos alcanzar los niveles de productividad de las economías más poderosas de Centro Europa. En este entrada voy a intentar explicar algo sobre este concepto, los tipos y beneficios de esta para las empresas y cómo medir la productividad de los empleados.
Tabla de Contenidos
Definición de productividad
Se puede definir la productividad como la medida económica del número de unidades de un bien o servicio que se es capaz de producir por unidad invertida de uno o varios factores de producción, y en un período acotado de tiempo.
O dicho de otra manera, el número de recursos (materias primas, procesos, horas-hombre, capital) para producir una unidad de nuestro producto o servicio.
Para recordatorio, los factores de producción en las ciencias económicas son cuatro: la tierra, el trabajo, el capital y la tecnología. Su combinación inteligente y óptima es la que hará que se pueda producir en mejores condiciones, ya sea más unidades, ya sea un producto mejor. Y lo es porque los factores productivos son elementos esenciales en cualquier proceso productivo.
¿Se puede producir sin capital o sin trabajo o sin tecnología? La respuesta es que no. Porque unos factores necesitan de los otros en cualquier unidad productiva (empresa, fábrica, ONG, administración pública).
¿Se puede producir mejor, más rápido y con menor inversión en factores productivos? Sí. Cualquier mejora en la productividad de una empresa la hará más rentable, y por ende, más competitiva.
¿Cómo saber si se es productivo o no?
Al ser este concepto empresarial una medida precisa por unidad de factor productivo invertido, su medición a lo largo del tiempo es esencial para entender si estamos mejorando en este indicador. Por tanto, la primera cosa que se debe hacer en la empresa que desea mejorar en productividad para asegurar su supervivencia es definir y medir este indicador a lo largo del tiempo.
Además, si conocemos los índices de productividad de nuestra industria o sector y/o de nuestros competidores, podremos hacernos una idea de cómo de bien o de mal gestionamos y producimos el producto o servicio que vendemos.
En definitiva, productividad y capacidad de competir (competitividad), van estrechamente ligados. Una empresa productiva es capaz de producir más unidades, o unidades con más valor añadido. Por tanto, será más longeva y estará más preparada para competir en los mercados nacionales e internacionales.
Tipos de productividad
Una forma de clasificar este concepto es atendiendo al factor de la producción con el que se relacionan. Así, la productividad tecnológica incluiría la inversión en sistemas, desarrollos y mantenimientos informáticos al objeto de automatizar procesos, reducir el margen de error y sustituir la mano de obra en todo lo que sea posible.
Este concepto de la productividad tecnológica está muy relacionado con el de la transformación digital de la que tanto se habla los últimos cinco años. Las empresas que han logrado realizar la sustitución de sus procesos tradicionales por procesos informatizados han ahorrado recursos y por ende se han vuelto más productivas que antes de su transformación.
Sin embargo, hoy la tecnología es un bien abundante, cada vez más fácil de contratar bajo demanda y en la nube, con lo cual, cada vez es más difícil ganar en productividad por la vía tecnológica.
En cuanto al capital, de nuevo, es un factor del que hay de sobra. Las necesidades de inversión de una empresa se pueden colmar en los mercados financieros con bajos costes gracias a los tipos de interés bajos en que vivimos desde hace años.
Y nos quedaría un tercer factor de producción el factor humano, de las personas, donde actuar para mejorar la productividad.
Productividad del trabajo
El tipo de productividad con mayor recorrido en las empresas es el factor humano. Y también el más determinante.
La productividad laboral mide el esfuerzo en horas hombre necesario para que la empresa logre su objetivo de producir un bien físico o un servicio. Está claro que el factor humano es determinante a la hora de crear riqueza. Pero también puede ser un lastre si no se aborda de una forma organizada en la empresa.
La productividad laboral depende de varios factores como la formación, la organización del trabajo, los medios a disposición de las personas, la motivación de la plantilla, el absentismo, el descanso, la seguridad e higiene en el centro de trabajo, etc. Por eso, como decíamos al principio, conviene recordar que no se es más productivo por estar más horas sentado en una oficina. Todo lo contrario, es posible conseguir serlo en menos horas, para felicidad de trabajadores y empresarios.
Hay muchas formas de medir la productividad de los empleados de una organización. Desde medir el número de unidades producidas por hora empleada, a las ventas por empleado, pasando por la rentabilidad por empleado. Estos indicadores son más propios de las actividades industriales.
Pero también se podría plantear medir la satisfacción de los clientes con el departamento de postventa o las ventas conseguidas por el presupuesto de marketing de la compañía.
Conclusión
En los tiempos que corren es necesario, más que nunca, plantearse definir y medir la productividad empresarial como recurso competitivo frente al resto de empresas nacionales e internacionales. La productividad laboral, un subtipo de la anterior, es esencial al objeto de conseguir empleados mejor formados, más eficientes y satisfechos, que ayuden a conseguir clientes más satisfechos.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
Sin comentarios