Cuando una persona es despedida de su trabajo, habitualmente le invaden una serie de sentimientos negativos que, en ocasiones, le evitan avanzar de forma adecuada. Lo cierto es que no se trata del fin del mundo y, más bien, esa situación se puede aprovechar para progresar hacia nuevas instancias que no se habían probado.
Los despidos suelen ser situaciones difíciles que hay que saber afrontar para, en lugar de frustrarse, poder avanzar exitosamente hacia nuevas instancias que puedan ser más provechosas.
Lo primero que se debe realizar, es revisar las razones por las que la empresa tomó la decisión de despedir a la persona afectada, luego calcular y usar bien tu finiquito, y finalmente, evaluar las posibles opciones que se tienen para invertir los recursos obtenidos.
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Los tipos de despidos
Básicamente, hay tres tipos de despidos, cada uno con sus propias características y que generan distintos finiquitos.
Despido improcedente: sucede cuando no hay razones que justifiquen la acción por parte de la empresa. Habitualmente no hay cartas de despido, ni tampoco decisiones relacionadas con el contrato colectivo.
Los trámites de reclamaciones se deben hacer ante las instancias judiciales competentes, para eso el empleado debe asistir en 20 días hábiles desde la fecha del despido para tratar de llegar a un acuerdo.
La indemnización que por ley le toca es 33 días de salario por cada año trabajado, hasta un máximo 42 mensualidades.
Despido procedente: es el que hace el empresario cuando demuestra con pruebas los motivos para cancelar el contrato de trabajo con el empleado. Las causas pueden ser inasistencias o impuntualidad injustificada, que el trabajador trabaje bajo los efectos de sustancias psicotrópicas, discriminación, o acoso físico o verbal en perjuicio de algún compañero de trabajo, así como indisciplina o falta de adaptación.
Si las razones son de tipo disciplinarias, el trabajador no tiene derecho a una indemnización.
Despido objetivo: se presenta cuando el despido se debe a razones justificadas por la empresa, como inasistencias al trabajo equivalentes al 20% en dos meses seguidos, incapacidad del empleado desde su llegada o durante su permanencia en la empresa, o motivos técnicos o económicos que obliguen a la empresa a minimizar costes.
Para este tipo de despidos, se deben sumar al finiquito 20 días de trabajo por cada año trabajado.
¿Qué hacer con el finiquito?
Una vez calculado y recibido el finiquito, se pueden evaluar diversos destinos que se le pueden dar, entre los que destacan los siguientes:
Invertir en un negocio propio: tal vez, ser despedido, lejos de ser una desgracia, se puede convertir en una oportunidad para emprender en ese negocio sobre el que se pensaba desde hace años. Los recursos que se obtengan del finiquito se pueden usar para la fundación de una empresa que genere recursos y sirvan para solventar la falta de recursos provocada por estar desempleado.
Hay muchas opciones de inversión que se pueden revisar, y que si se planifican bien, pueden ser bastante exitosas.
Adquirir un bien inmueble: los bienes raíces siempre son un buen negocio, además de que pasan a ser un patrimonio familiar que queda para los hijos, y que además, se pueden vender en el momento que sea necesario.
Solo hay que buscar bien qué tipo de propiedad se puede comprar con lo que se tiene de finiquito, algo que tal vez no alcance para pagar el inmueble totalmente, pero que seguro servirá para dar una buena entrada inicial.
Crear un fondo de ahorro: hay que prevenir y estar preparados para atender cualquier contingencia, y para eso, lo mejor es crear un buen fondo de ahorros que sirva para solventar cualquier situación imprevista. Además, el dinero ahorrado puede generar buenas ganancias si se utiliza con los instrumentos financieros adecuados.
En definitiva, ser despedido no necesariamente debe verse como algo malo, más bien debe interpretarse como una oportunidad para experimentar y crecer en áreas que no se conocían, y en las que se puede triunfar mucho más que en el trabajo que se tenía. Todo es cuestión de aprovechar lo que ocurra a favor.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
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