En el Capítulo séptimo del Curso de Educación Financiera #Finlit hemos visto cómo abordar los objetivos personales en la vida desde el punto de vista financiero. Ahora vamos a enseñar educación financiera a nuestros hijos (educación financiera para niños). ¡Adelante!
La educación de los hijos tiene un alto impacto en el presupuesto familiar. Proporcionar una buena educación a los niños (dentro de la cual, la educación financiera para niños) tiene una relación directa con oportunidades futuras, mayor estabilidad laboral y salarios más altos tras abandonar el hogar.
Pero la ausencia de educación financiera perjudica el desarrollo y las posibilidades futuras de cualquier persona, no solo de los niños, ya que las decisiones financieras que tome en adelante condicionarán su vida. Esto es grave porque
con el envejecimiento paulatino y la longevidad de las generaciones venideras, el Estado va a tener serios problemas para pagar tu pensión y más nos vale tener un Plan B.
Veamos qué pasos dar con tus hijos para que adquieran educación financiera y puedan tomar decisiones de ahorro e inversión acertadas desde el primer día en que manejen efectivo.
Tabla de Contenidos
Recordemos qué era eso de la educación financiera
Aunque ya lo hemos visto en este Curso varias veces y hay muchas definiciones “oficiales” de educación financiera, yo la resumiría así:
La educación financiera es el conjunto de conocimientos de cualquier persona, a cualquier edad, sobre el dinero, productos financieros y seguros, y su entendimiento de los pasos necesarios en cada etapa de su vida para tomar decisiones acertadas de ahorro, inversión y endeudamiento, manteniendo su calidad de vida tras la jubilación.
Para mí, la educación financiera tiene tres rasgos interesantes:
- es un concepto muy joven: se ha empezado a tomar en serio en la OCDE tan solo desde 2005. Por tanto queda mucho por explorar.
- involucra a los poderes públicos e instituciones privadas (#Finlit.es es una iniciativa privada sin ánimo de lucro) en la distribución de una serie de contenidos educativos coordinados y aceptados por toda la comunidad, y
- exige un cambio importante de nuestros hábitos de consumo, ahorro, inversión y endeudamiento.
Educación financiera es conocer e interiorizar principios básicos (el “Págate a ti mismo primero”, la Regla del 72, o el cálculo de tu tasa de sustitución, por decir algunos) y saber accionar 5 palancas en todo momento (ingresos, gastos, ahorro, inversión y endeudamiento). Es también entender la importancia de la protección de lo conseguido durante años (seguro de vida e invalidez). Todo ello con el objetivo final de alcanzar tu independencia financiera.
Todo esto exige un cambio en la forma de pensar que hay que dominar (para eso están las cuatro fases de conocimiento).
Pero con los niños estamos de suerte porque:
La gran ventaja de los hijos es que son una tabla rasa y se les puede empezar a educar en estos hábitos que nosotros solo conocimos por el duro proceso del ensayo-error.
Dicho esto, pongámonos manos a la obra.
Educar a tus hijos es tu responsabilidad
Hemos dicho que en España (como en la gran mayoría de países desarrollados), tenemos un gran problema. Nadie nos enseña educación financiera. La prueba de conocimientos PISA dirigida a adolescentes de 14 años, muestra que la gran mayoría no aprueba cuatro sencillas preguntas sobre tipos de interés simples y compuestos, inversiones y protección aseguradora.
En España no se enseña educación financiera en las escuelas ni hay asignaturas transversales en los planes de estudio que se acerquen a las “home economics” anglosajonas.
Esto hace que
la responsabilidad de formar a tus hijos en los principios básicos del dinero, del ahorro, y de la inversión, de momento, recae sobre ti.
Y no es malo, porque la educación financiera está muy relacionada con tus hábitos, con lo que ven tus hijos en casa.
Educación financiera para niños
Cosas que un niño debe aprender, sobre todo si podemos predicar con el ejemplo, son estas, que iremos detallando en este post:
- Hay que estar siempre agradecidos.
- Necesidades no son lo mismo que deseos.
- La paga semanal puede ser el rito de iniciación de los niños en el ahorro.
- Elegir es renunciar.
- Que paguen ellos, que aprendan a entender el dinero.
- Que aprendan a ahorrar.
Enséñales a ser agradecidos
La primera cosa que deberíamos estar todos y enseñar a los hijos es a ser agradecidos por lo que tenemos al alcance.
Cuando escucho a mi padre de casi 80 años contar cómo se compraba un televisor o una lavadora en los años 1970, o los intereses de dos dígitos que pagó durante los años 1980 y 90s en la hipoteca de nuestra casa familiar, me doy cuenta de lo afortunado que he sido estos años y lo que lo son mis tres hijos.
Hoy en día nuestros hijos tienen todo lo que quieren, casi siempre sin esfuerzo alguno y hasta cierto punto nos chantajean emocionalmente.
Esta viñeta de “Daniel el Travieso” creo que lo refleja bastante bien.
Hoy también tenemos que estar agradecidos por poder estar escribiendo aquí de educación financiera en vez de hacerlo sobre inclusión financiera, que es un estadio anterior en el que se encuentran cientos de países sin apenas las infraestructuras básicas necesarias para estar “bancarizados” (millones de personas no pueden ahorrar porque ni siquiera tienen una sucursal bancaria cerca y su moneda se deprecia constantemente).
Así que, da gracias por lo que tienes y enséñales a dar gracias a ellos también. Un buen comienzo será hacerles entender, a partir de los 8 a 10 años, la diferencia entre necesidades y deseos.
La diferencia entre necesidades y deseos
Este principio es clave para cambiar tus hábitos, y educar a los niños en el primer hábito de su vida “financiera”. Enséñales que una cosa son las necesidades y otra los deseos (los “wants vs needs” de los ingleses).
Parece sencillo de entender, pero los niños, con sus caprichos y “pataletas”, muchas veces plantean una línea difusa entre lo uno y lo otro.
- Las necesidades son cosas y servicios que debes comprar/contratar para garantizarte una vida digna, como la vivienda (alquiler o hipoteca), los alimentos básicos (leche, pan, huevos, carne, fruta, etc.), las medicinas, ropa de abrigo, etc.
- Los deseos, al contrario, son cosas que no necesitas en términos de “supervivencia”. Cosas de las que podríamos prescindir, aunque nos hacen la vida mucho más cómoda.
Veamos si eres capaz de “encasillar” como deseo o necesidad alguna de estas cosas:
- Cambiar de coche cada cinco años por uno nuevo. ¡Cómo mola!;
- Ir una vez al año al dentista;
- Tener un seguro de vida mientras los niños dependan de los padres;
- Comprar el nuevo videojuego de la PlayStation;
- Comprar chocolate y patatas fritas;
- Irnos de vacaciones todos los años.
Si te das cuenta, los cuatro primeros son casos muy extremos y claros de necesidades o deseos. Pero incluso la frase número 1 podría ser una necesidad para un transportista o un comercial que utiliza el coche a diario y en cinco años le ha dado la vuelta al cuentakilómetros.
Las frases 4 y 5, sin embargo, podríamos decir que entran dentro de deseos más o menos asequibles o caprichos. Más si se trata de niños. La 6, depende. Algunos te dirán que irse de vacaciones y “desconectar” es hasta necesario tras un año de mucho trabajo. Pero claro, hay vacaciones y vacaciones.
De todo esto podemos extraer dos conclusiones:
- que las necesidades y deseos pueden variar de una persona a otra y que son un concepto muy subjetivo, que dependen de cada cual y de los valores y hábitos de consumo de cada sociedad en cada momento y del presupuesto familiar de cada cual. ¿O acaso tener un smartphone no era un deseo aspiracional hace menos de 10 años cuando se lanzó el iPhone? Sin embargo, hoy se han convertido en una necesidad para millones de nosotros, por encima incluso que las llaves de tu casa.
- que, dentro de una necesidad, puede haber también un deseo y una necesidad: no es lo mismo irte de vacaciones 15 días a un apartamento en la playa mirando el presupuesto que un mes haciendo una gira por la costa oeste norteamericana toda la familia.
En cuanto a las rabietas y caprichos (el “cómprame esto, cómprame esto”), que todos hemos escuchado machaconamente durante horas, pues también hay que educarlo.
Y la mejor forma es condicionándolo a algo que tiene que suceder, que logre disuadirle de la cultura de la “inmediatez” que tanto daño nos está haciendo a todos, desde que vivimos en el consumismo diario “fast”.
Sea cual sea tu método, cuando tus hijos tengan un capricho, no te estoy diciendo que no se lo concedas, pero enséñales a aprender el valor del esfuerzo y ponles una meta personal (estudio, ayuda en las tareas de casa, portarse bien con los hermanos), como objetivo para alcanzar su deseo.
La paga semanal puede ser ese primer aliciente a “esperar a tener” para aprender lo que cuesta llegar a alcanzar sus “pequeños sueños”.
La paga como iniciación de los niños en el ahorro
La paga es la primera experiencia de un niño con la independencia financiera, en su pequeño mundo de deseos y caprichos.
Es la mejor forma de iniciar a los niños en dos conceptos que refuerzan el “valor” de las cosas necesarias sobre aquellos.
- El primer concepto es el de que, a cambio de uno o varios objetivos repetitivos en el tiempo, pueden comenzar a obtener sus primeros ingresos regulares.
Los objetivos pueden ser colaborar en casa, portarse bien, hacer los deberes, sacar buenas notas, etc.
A cambio, los papás les darán una paga cada cierto tiempo, pero también se la negarán si una semana no se han cumplido los objetivos fijados (explicándole bien las razones del “No”, claro).
Pero el objetivo de la paga no debería ser premiar o castigar comportamientos, sino enseñar a los niños la importancia de gestionar bien sus “pequeños dineros”.
- El segundo concepto es que, gracias a la paga periódica, y acumulando semanas, se puede ahorrar una cantidad con la cual conseguir lo que tanto ansían.
Este principio de la “espera” es la mejor arma contra la cultura de la “inmediatez” y pone en bandeja el segundo gran valor a transmitir en relación con los deseos y las necesidades: elegir es renunciar.
¿Qué características debe cumplir la paga para que sea efectiva en un niño?
Para que la paga cumpla su cometido y les eduque en los valores de la espera, del “acumular” y del elegir, te recomiendo:
- Que no des paga a niños muy pequeños. No entenderán el concepto ni lo podrán valorar. Ellos solo ven que el dinero sale de los cajeros automáticos y en su limitado mundo, el dinero es ilimitado. La opción a esta edad es darles un premio con motivo de algún logro, eso sí;
- Que razones con tu hijo el motivo de establecer una paga periódica y las condiciones bajo las cuales esa paga se administrará. Explícales que los adultos, por su trabajo bien hecho también reciben una paga con la que se compran las cosas de casa a su alcance. Los motivos para recibir su paga, como ya hemos visto, serán la consecución de objetivos que ambos negociaréis. Con la paga los niños aprenden el valor de un trabajo bien hecho;
- Que la cuantía de la paga sea lo suficientemente elevada para su mundo, pero no demasiado baja, como para desmoralizarles en el reto de conseguir una compra deseada cuyo precio bien conocen.
Esta cuantía se les puede mejorar de vez en cuando y revisar cada uno o dos años, a medida que vayan creciendo y haciéndose más responsables de sus consumos y teniendo más “necesidades” juveniles que atender. De esta manera podemos aprovechar también para introducir el concepto de la inflación y de la depreciación que sufren las cosas por su efecto;
- Que la frecuencia de la paga sea semanal y el mejor día de la semana, al menos para mí, sea el viernes.
Esto permite asociar los objetivos semanales con los del colegio, y asociar al fin de semana y tiempo de ocio el momento de obtener un pequeño ingreso que ir acumulando. Del porqué de un objetivo semanal y no mensual está el hecho de que el sentimiento de “espera” y del “deseo no alcanzable”, de los niños les podría hacer tirar la toalla por impacientes.
- Que razones con tu hijo el día en que no haya paga, exponiendo las razones y dándole a entender que la paga no es la “sopa boba” semanal.
- Que les compres a cada uno su hucha-cerdito para que metan en ella su dinero, y que te intereses por su evolución, y por cuánto les queda para conseguir su objetivo personal.
- Que de vez en cuando, si las cosas van bien y los objetivos se cumplen, les des una “paga extra”, explicándoles cómo en el mundo de los adultos también las hay y por qué las recibimos.
- Que cuando la paga no quepa en la hucha, les abras una cuenta joven en un banco, de la que puedan hacerse “pequeños administradores”, como te contamos en otra entrada de Finlit.
Elegir es renunciar
Un valor muy próximo a los de la espera y la necesidad de ahorrar que se adquieren con la paga semanal es el de la elección.
Cuando los niños tienen una pequeña cantidad acumulada en su hucha, puede llegar el momento de tomar su primera decisión de “inversión” grande (gasto para los adultos, pero en su mundo, será su primera apuesta de consumo).
Que si la consola, que si una bicicleta, que si un patinete.….. Que si las tres cosas.
Y, sin embargo, tras esta primera compra habrá que explicarles que la hucha quedará bajo mínimos porque el dinero es limitado (se gana, pero también se “esfuma” con cada compra que se hace) y que no podrán comprar una segunda cosa en mucho tiempo. Ese es el milagro de la paga semanal:
eligiendo uno de sus caprichos, tendrán que renunciar a tantos otros, porque, insisto en este concepto, el dinero es limitado y hay que trabajar mucho para reponerlo cada mes.
Esta tesitura será la primera vez que tus hijos se enfrenten a un nuevo concepto de la educación financiera: la priorización de necesidades.
Razona con tu hijo antes de decantarse por su ansiada compra, si no sería mejor aquello, o aquello otro, o tal vez esperar un poco más y seguir ahorrando hasta poder alcanzar una cosa de mayor envergadura.
Renunciando a opciones, optando por una de ellas, se obra el milagro en los niños de empezar a toparse con la cruda realidad del mundo adulto: no se puede tener todo lo que nos gustaría, las cosas cuesta mucho alcanzarlas y eligiendo una de ellas, renunciamos a tantas otras.
Que paguen ellos
Otro de los valores a inculcar a los niños cuando ya disponen de ahorros periódicos gracias a su paga semanal es el de afrontar sus “caprichos” con su propio dinero.
Se acabó el “me tienes que comprar” y comienza el “¿qué me compro con lo que tengo?”. Con estas decisiones, el niño comienza a enfrentarse al dilema de la elección y los padres a transferirles la responsabilidad de pagar ciertas cosas de su bolsillo.
Y también, conseguimos que se familiarice con las relaciones comerciales: que pida él, tú a una distancia prudente, que le den un tique de compra y que cuente bien “las vueltas”.
Como hemos visto, lo mejor que podemos hacer por la educación financiera de los niños es enseñarles la importancia del ahorro que no es sino la privación de oportunidades de consumo de hoy para su aprovechamiento futuro.
Educar a los niños en el ahorro sistemático como parte de su vida puede tener su origen en su paga semanal y su hucha creciente.
Ayudarles a elegir y a entender que tienen que renunciar a otras cosas es también una excelente forma de aprender a priorizar, distinguiendo entre las cosas que realmente son importantes y aquellas de las que se puede prescindir (deseos y necesidades).
La primera relación con un banco
Cuando el cerdito en casa ya no pueda más, es el momento de abrir a tus hijos una cuenta bancaria para niños, o quizás mejor, si se trata de adolescentes, de un producto de ahorro con liquidez, que será mucho más rentable.
La mayoría de los bancos ofrecen cuentas corrientes pensadas para niños (para jóvenes yo personalmente les abriría una cuenta corriente como la tuya y la mía, de la que ser cotitulares, y con una tarjeta de débito para poder estar al tanto de su uso).
Las cuentas corrientes para niños tienen una serie de ventajas como su liquidez total y que no cobran comisiones, pero su principal inconveniente es que no se remuneran ni tienen ventajas fiscales, pero les ayudan a ahorrar de forma sistemática.
Si vas a dar el paso, es una nueva ocasión para razonar con tu hijo la importancia de ese paso, la autonomía que empiezan a alcanzar y la responsabilidad para ellos de gestionar su presupuesto desde ese momento.
Una opción, o idealmente un complemento, si te lo pudieras permitir pagar tú por ellos, sería abrirle a cada hijo, ya desde que puedan razonar en su adolescencia, un producto de ahorro sistemático a largo plazo (por ejemplo, un PIAS), en el que, como detalle, les metas todos los meses una cuantía para ti asequible (por ejemplo, unos 50 euros al mes).
Gracias a este producto y al poder del interés compuesto, ellos se darán cuenta de la diferencia con el interés simple cercano a cero que su cuenta corriente les dé, y el día en que se emancipen o vayan a afrontar su primera inversión les será de mucha utilidad.
Buenos consumidores
Finalmente, no olvides que la educación financiera es un segmento de la educación para el consumo.
Dentro de los derechos básicos de los consumidores tenemos el de la protección de nuestra salud, a la educación, a la información y el derecho a la protección de nuestros intereses económicos. Vamos, el derecho a que no nos timen ni nos saquen las perras con engañifas varias.
Por eso, una buena educación financiera de tus hijos será lo mejor que puedas hacer para que en el futuro sean buenos consumidores. Y si va acompañada de hábitos saludables de alimentación, deporte, lectura, y experiencias, mejor.
¿Cómo se educa a los hijos en consumo?
Yo, que me llevo dedicando al consumo más de 20 años, profesionalmente en una asociación de consumidores y de forma independiente después, te aconsejaría tocar regularmente estos “palos” con tus hijos:
- Consumo y consumismo: he aquí, de nuevo el debate entre necesidades (consumo) y deseos (consumismo);
- Corto plazo, medio plazo, largo plazo y protección: no todo puede ser a corto plazo. Tienes que pensar también en qué pasará mañana. Tienes que tener una pequeña visión de cómo tus actos y omisiones de hoy, condicionarán tu mañana. Pero sin dramatizar. Y de paso, razonar con ellos cómo se puede proteger el mañana a través de seguros como el de vida;
- Explícales qué es la publicidad: aprended a distinguir las distintas formas de publicidad (explícita, tele promoción, emplazamiento de productos, etc.). Examinad juntos los reclamos publicitarios y desmontadlos, reíros de ella, buscad las medias verdades de la publicidad juntos. Esto les ayudará a desarrollar una capacidad de análisis crítico;
- Disminuir la dependencia de móviles y ordenadores en el tiempo libre y pasar más tiempo juntos es una buena solución a la móvil-dependencia de la Generación Z a la que pertenecen tus hijos;
- Comparar opciones siempre que se vaya a comprar y no caer en el “marquismo”, aunque con algunas marcas de móviles sea prácticamente imposible convencer a los menores.
- Enséñales a hacer planificación financiera: dónde están hoy y qué tienen. Qué van a necesitar los próximos años si se quieren independizar y cómo conseguir que su dinero se multiplique gracias al mecanismo del interés compuesto y a la Regla del 72.
Termina aquí este Curso de Educación Financiera #Finlit. Te recomiendo pasar ahora al siguiente Curso del Programa de Educación Financiera: Curso sobre Pobreza #Finlit, para que entiendas lo que pasa en el mundo, lo que pasa en España, y la relación tan estrecha entre nivel de estudios e ingresos futuros. Aquí está la clave del futuro de nuestros hijos.
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