Da igual la forma de convivencia que elijas para tu pareja. Matrimonio civil, matrimonio canónico, pareja de hecho, convivencia no formalizada. Lo que sí es importante es que, como en cualquier otra «sociedad», la pareja fije unos criterios de convivencia, los acepte, los respete y prevea qué pasa en caso de que las cosas vayan mal. Y si los eleva a público, mucho mejor.
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Por qué formalizar una unión en pareja
Frente a los «espíritus libres» que no desean oír hablar de «papeles» porque así la unión es «libre» y se romperá cuando «se nos rompa el amor», están el Derecho, la experiencia de miles de años y el sentido común, que aconsejan todo lo contrario, es decir, fijar unas reglas de juego desde el inicio de la sociedad.
Mi suegro Pepe, hombre de vida y muy dado a las citas sobre saber popular, dice siempre que, «donde no hay regla acaba entrando«.
Es decir, que aunque no haya reglas escritas y exista un aparente desorden en las cosas y formas de vivir o de hacer algo, al final la costumbre y los usos terminan por formar hábitos, y los hábitos son formas ordenadas y aceptadas por todos de proceder en la vida (de la pareja). Y de eso se trata, de que los hábitos del comprar, del ahorrar, de llegar a fin de mes, de pagar las facturas, se junten en un documento escrito y aceptado por la pareja, donde se creen una serie de reglas. Tú ganas más así que aportas esto más. Yo gano menos, así que aporto esto otro.
Hay quienes dicen que no necesitan formalizar nada y que ellos dos se entienden bien como para necesitar de ningún convenio o acuerdo «pre-parejil», pero a ellos hay que decirles que, de nuevo la experiencia, aconseja, cuando las cosas van bien, «elevar a público», o sea, formalizar, un acuerdo de mínimos sobre quién pone qué, y qué pasará si las cosas se tuercen.
Siempre fui crítico con los matrimonios de los «famosazos» donde, previo a la boda, se firmaba un acuerdo económico en caso de ruptura matrimonial (Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones o Brad Pitt y Angelina Jolie son sonados casos de acuerdos prematrimoniales multimillonarios). Me resultaba extraño que, antes de casarse, ya se estuviera negociando el qué me llevo yo si nos separamos. Me parecía cutre e interesado, pero con los años te vas dando cuenta de que cada vez tiene más sentido hacerlo y no está reñido con el amor que se pueda tener la pareja. Precisamente, una muestra de amor por el otro debería ser, reconocer por escrito, antes de la unión de la pareja, cuando se tiene claro que se desea al otro con todo tu ser, qué pasaría en caso de que las cosas no fueran bien en el futuro.
Ventajas de formalizar la vida en pareja
La principal ventaja de formalizar la vida en pareja es que «aflora» de forma transparente una decisión voluntaria, reflexionada, estable y consciente de querer unir dos destinos, con sus derechos y obligaciones.
Pero además, formalizar la vida en pareja:
- Obliga a las parejas (matrimonio civil o pareja de hecho) a optar por un régimen económico matrimonial (separación de bienes, sociedad de gananciales y participación);
- Fija las obligaciones y derechos de cada parte a la hora de contribuir a las cargas familiares;
- Asegura el régimen que prevalecerá en caso de que la sociedad económica se rompa por la separación de la pareja;
- Da seguridad jurídica a los hijos de la pareja y a la parte más débil económicamente hablando de la relación en caso de ruptura de la unión.
Inconvenientes de formalizar la vida en pareja
El principal inconveniente de formalizar una vida en pareja es que compromete. Pero, ¿no va de eso un «compromiso matrimonial»?
Casarse o unirse es comprometerse con otra persona con la que consciente y decididamente queremos pasar el resto de nuestros días (bueno, como mínimo, muchos años).
El compromiso, básicamente tiene un contenido afectivo-sentimental, pero el que nos interesa en Finlit es el contenido jurídico y económico respecto a las cargas que esa pareja genere, como los hijos u otras obligaciones de carácter económico (préstamos hipotecarios, deudas, etc.).
El matrimonio
La formalización de un matrimonio civil tiene como resultado que se debe elegir un régimen económico matrimonial de entre los existentes, que son tres.
En España hay tres regímenes económicos matrimoniales previstos por el Código Civil y normativa autonómica especial (derecho foral en Navarra):
- Sociedad de gananciales: con el matrimonio se crea una «comunidad de bienes» formada por los denominados bienes gananciales que, en caso de disolución de dicho matrimonio, deberá ser repartida entre los cónyuges.
En este régimen matrimonial que es el que se adopta por defecto en casi toda España cuando te casas y si no dices lo contrario, los bienes de cada cual antes del casamiento (bienes privativos), lo seguirán siendo, pero todo lo que la sociedad gane a partir de ese momento se suma y acumula y se reparte equitativamente en caso de disolución de la sociedad.
- Separación de bienes: los bienes que se tuvieran en el momento inicial del mismo y los que se adquieran después por cualquier título, pertenecerán a cada cónyuge, es decir, que cada cónyuge conserva la propiedad de todos sus bienes obtenidos antes y durante el matrimonio.
En Cataluña e Islas Baleares, este es el régimen adoptado por defecto cuando te casas.
- Participación: cada cónyuge tiene el derecho a participar en las ganancias obtenidas por el otro durante el tiempo de vigencia del régimen.
Yo siempre aconsejaría, porque es el más «moderno» y actual, con independencia de que a priori parezca «frío» con los sentimientos de la pareja, el régimen económico de «separación de bienes» cuando ambas partes trabajen y tengan ingresos más o menos compensados, ya que obliga a las partes, durante la convivencia, a compartir los gastos y presupone un acuerdo económico necesario para la convivencia.
Otra cosa es, y conozco parejas afectadas, que una de las partes, la que gana descompensadamente más que la otra, sea «aparentemente egoísta» a la hora de compartir sus ingresos cara a la otra. Esto se agrava cuando se trata de una pareja formada por dos personas previamente separadas de anteriores relaciones y con cargas de niños de sus anteriores relaciones. Cuántas veces, mirado desde fuera y con la prudencia que estas cosas exigen cuando se trata de vidas ajenas, «parece» que ella, que además se ocupa de los hijos de ambos matrimonios pone mucho más que él.
Cuánto cuesta una boda o una fiesta de novios
Casarse por la iglesia no está de moda y casi es mejor. Todavía recuerdo, hace bastantes años, cómo el cura encargado de darnos los cursos prematrimoniales de la parroquia nos dejó pasmados a la decena de parejas que ahí estábamos expectantes y deseosos de pasar ese «trámite obligatorio», cuando nos dijo.
¿Queréis un consejo de persona mayor? No os caséis. Sí por favor, no os caséis. Id a vivir juntos y no os caséis por la iglesia.
Frivolizaba, claro, con el número creciente de divorcios y por tanto, como «la principal causa del divorcio es el matrimonio», nos recomendaba, medio en broma, medio en serio, que fuéramos conscientes del paso que significaba el matrimonio canónico (por la iglesia).
Como muestra este dato. En el año 1976 casi 261.000 parejas se unieron en matrimonio pero en los últimos años esta cifra ha ido bajando hasta rondar de forma más o menos estable las 160.000 bodas anuales
Casarse cuesta mucho dinero: 20.000 euros de media, según El libro imprescindible de las bodas del profesor Carles Torrecilla publicado por Bodas.net.
Aquí algunos consejos cara a este desembolso que puede empezar impactando seriamente la economía de la pareja:
- Una boda no es una fiesta de ostentación. Es una demostración de un deseo de iniciar vida en pareja y no tiene por qué ser una demostración de «poderío» económico. Las tres muestras habituales de este poderío que los usos nos imponen son el lugar donde se celebra el «ágape», el precio del cubierto y el número de invitados. Cuanto más parece que mejor, ¿verdad?
- Menos es más. Idealmente una boda debería reunir a la familia de cada cual y a un grupo reducido de amigos, pero no tendría por qué congregar a cientos de personas.
- Que cada parte pague lo suyo. Siguiendo el principio del régimen matrimonial de «separación de bienes», cada parte (novia, novio, padres de él y padres de ella), debería pagar el cubierto de sus propios invitados. Esta es la mejor forma de co-responsabilizar a cada cual a hacer la mejor y limitada elección de invitados.
- Ya no está mal visto pedir directamente una «ayuda» económica en vez de una lista de absurdos regalos que la pareja probablemente no necesite ni quiera. Las listas de boda se han convertido desde hace años en una forma «camuflada» de asignarte dinero casi en efectivo, siempre que termines gastándolo en el establecimiento que las promueva (ya sabes El Corte Inglés, Bodamás, Zankyou, Halconbodas etc.).
Si sigues estos consejos, probablemente tu boda se «autofinancie» o no impacte demasiado en tus finanzas personales, que, ojo, verán desde ese momento su pistoletazo de salida.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
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