En la antigua mitología griega, se creía que los recién fallecidos tenían que iniciar un viaje para dirigirse a buscar el descanso definitivo a la morada de los muertos, conocida por el Hades, que tomaba su nombre de Hades (el ‘invisible’), el dios del inframundo. El lúgubre inframundo era un lugar donde se dejaba entrar a los espíritus de los muertos pero del que nadie podía salir.
Un gran obstáculo natural que encontraban las almas en pena en su camino era el caudaloso río Aqueronte, y para atravesarlo siempre estaba disponible un barquero llamado Caronte. El era el encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado a otro del río Aqueronte y no trabajaba en balde.
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El Hades, el Aqueronte y la laguna Estigia
El Hades tenía varias secciones como el Elíseo, los Campos de Asfódelos y el Tártaro y cinco ríos infernales: el Estigia (río del odio), el Flegetonte (río del fuego), el Lete (río del olvido), el Aqueronte (río de la aflicción) y el Cocito (río de las lamentaciones) que convergían en su centro formando una gran ciénaga.
Volviendo al río Aqueronte. Cuenta la leyenda que el barquero Caronte exigía un óbolo a los viajeros, uno por viajero, en pago del esfuerzo de cruzarles al otro lado del río. El peaje era obligatorio, y el que no pagaba era sometido a la pena de vagar cien años por las riberas del Aqueronte «como alma en pena». Sólo una vez pasado el castigo de los cien años, Caronte accedía a llevarlos sin cobrar para que reposaran en paz.
Era tal la creencia popular en la mitología de la Grecia clásica, que no hubo cadáver de un recién fallecido de las clases pudientes que no recibiera enterramiento si su óbolo, bien dentro de la boca, bajo la lengua, bien encima de un ojo, en la cuenca ocular.
De hecho muchos arqueólogos han encontrado tumbas y restos de cadáveres, todos ellos acompañados de su óbolo, pero algunos expertos desmienten la tradición de Caronte y piensan que esta moneda era más bien utilizada a modo de amuleto de la suerte en el viaje a lo desconocido del fallecido.
En cuanto al Aqueronte, autores como Virgilio sugieren en la Eneida que no era tal sino la laguna Estigia, aunque posteriormente Dante Alighieri vuelve a hablar en su Divina Comedia del río Aqueronte. En su Círculo del Infierno, el primer personaje que nombra Dante es Caronte:
Dante y Virgilio se disponen a atravesar el río Aqueronte, que separa el mundo de los vivos del de los muertos. Lo hacen a través de la barca de Caronte, que se encarga de llevar a los muertos de una ribera a otra. El barquero pide a Dante que se aleje de los muertos, ya que aún está vivo, pero Virgilio le tranquiliza cuando le explica que Dante ha obtenido el permiso de Dios para hacer el viaje al más allá…
Caronte y el can Cerbero
Caronte era el hijo de Érebo y Nix. Se le representa como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros y con antifaz. Otra figura interesante es el temible can de tres cabezas, rabo de serpiente y melena formada de serpientes y garras de león, Cerbero. El perro de Hades y el río Aqueronte forman parte de los obstáculos para entrar o salir del Hades.
El can Cerbero se aseguraba con sus tri-fauces de que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar en el Hades, y se piensa que sus tres cabezas representaban al pasado el presente y el futuro (otros dicen que representan el nacimiento, la juventud y la ancianidad). El arma más poderosa de Cerbero era su mirada, tan terrible que cualquiera que le mirase a los ojos era inmediatamente convertido en piedra. Se dice también que Cerbero tenía dientes afilados como cuchillas.
Y del can Cerbero clásico, nos viene en la actualidad el término que designa a un portero de fútbol que no encaja ningún gol, el «cancerbero». Seguro que se lo has oído al comentarista de fútbol.
Orfeo y Eurídice
Como hemos visto, Caronte elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre errante que se apilaba en la orilla del Aqueronte, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje (el famoso óbolo de Caronte).
Cuenta la leyenda que sólo los dioses tenían autorizado cruzar el Aqueronte y sin embargo hubieron mortales osados que lograron hacer en un viaje de ida y vuelta a las tenebrosas tierras del inframundo.
Uno de los que burlaron a Cerbero fue Orfeo, que con su arpa arrulló al temible perro y logró «cruzar dos veces victorioso el Aqueronte» para traer de vuelta al mundo a su amada muerta, Eurídice, a quien perdió definitivamente en su viaje de vuelta. Psique también logró hacer el viaje de ida y vuelta estando viva.
El óbolo
El óbolo (en latín obolus) fue una moneda griega de plata cuyo valor era de la sexta parte de una dracma.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
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