Los niños son los grandes consumidores de mañana, y en un contexto en el que no está claro que nuestras pensiones puedan mantenerse como las conocemos hoy, es necesario que desde pequeños, entiendan que todo en la vida cuesta, también las cosas que tenemos a nuestro alrededor en la familia y que consumen, que para tener ingresos con los que pagar, hay que trabajar duro, y que, si gastas menos de lo que ingresas, hay un excedente llamado ahorro.
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El ahorro
Como hemos visto, el ahorro es la cantidad de dinero de sus ingresos, que una familia no gasta en consumo, ya sea habitual y recurrente (la hipoteca, el colegio, la comida, la ropa, la gasolina del coche, el teléfono, etc.) o gastos extraordinarios (una avería del coche, la rotura de la mochila escolar, o incluso un capricho que han tenido porque otros niños lo tenían ya).
El mejor regalo una hucha
El mejor regalo que podemos hacer a un niño pequeño es una hucha donde vaya acumulando sus pequeñas finanzas (paga semanal, regalos de la comunión, regalo de los abuelos, etc.) y vea y entienda el poder «comprador» o ahorrador, del dinero.
Es bueno que se familiaricen con el dinero en efectivo y que aprendan a entender qué se puede comprar con su pequeña “fortuna” y el coste de optar por un uso de su dinero implica la renuncia a otros posibles artículos o servicios.
¿Cómo hacer que entiendan el ahorro?
Dependiendo de la edad, a los más pequeños proponemos explicárselo con un ejemplo fácil de entender. Primero, recomendamos leer la fábula de la cigarra y la hormiga juntos y tras la misma, preguntarle al niño si la ha entendido y qué cree que tenía que haber hecho la cigarra en verano.
Otro consejo es preguntarles por tres cosas que hacen todos los días y que tienen un coste: por ejemplo, alimentarse, jugar a su videojuego y utilizar material escolar (mochila, cuadernos, lápices, etc.). Que las intenten valorar económicamente. Todo esto ellos no lo pagan y los padres lo hacen por ellos y gracias a eso, ellos tienen una hucha en la que de vez en cuando crece el dinero depositado en ella.
Cuanto antes entiendan que no se puede tener todo lo que se quiere, mejor se darán cuenta de que el consumo es limitado, y el de cosas innecesarias, un lujo, que hace peligrar el objetivo de ahorro mensual de las familias.
No se puede tener todo lo que se quiere
A los niños adolescentes les es más fácil entender que no se debe gastar más de lo que se ingresa y que por tanto, hay que elegir y a la vez renunciar entre diferentes opciones de consumo, cada día.
Cuanto antes entiendan los diferentes tipos de gastos de la unidad familiar mejor (gastos imprescindibles, prescindibles, extraordinarios e imprevistos), y si son capaces de explicárselo a sus hermanos menores, ¡chapeau!
El ahorro es una resta
Pregunta a tus hijos lo siguiente: si tienes todas las semanas un ingreso de 10 euros (la paga), y gastas en chuches 2 euros cada semana. ¿Cuánto dinero ahorras cada semana?
Otra forma de plantear el ahorro es como un problema de matemáticas. El minuendo es lo que ingresas, el sustraendo lo que gastas y la diferencia el resultado. Si la diferencia es positiva entonces ahorras. Si es negativa, alguien te tiene que prestar el dinero que te falta al gastar más de lo que tienes.
Ese alguien, durante muchos años de la vida del niño, son los papás. Ellos son quienes sostienen al niño, y él debe entender que el objeto de la educación que recibe y por la que tantas tareas y estudio tiene que dedicar, es para que un día él pueda manejarse solo.
¿Se debe dar una paga semanal a los niños?
Dar una cantidad fija de dinero periódico a nuestros hijos (por ejemplo, una paga semanal) y explicando el porqué de esa aportación, puede dar a los niños un sentido de ahorro y de responsabilidad cara al futuro.
Cuando dices a tu hijo, “ten, para tus gastos de esta semana porque te has portado bien o porque has estudiado mucho, pero no te lo gastes todo, ahórralo en tu hucha”, le estás indicando que estás contento y le estás enseñando a ser previsor.
Así los niños comprenderán la relación entre la duración del dinero y el tiempo. Deben aprender que antes de la fecha pactada para su paga semanal no recibirán dinero, por lo que deberán administrarlo bien y ahorrar lo que les queda. Deben aprender también que la paga no es un derecho sino el objetivo a alcanzar, semana a semana, portándose bien, estudiando, trayendo buenas notas a casa, etc. El dinero se convierte en un potente incentivo en su actitud y responsabilidad personal y familiar.
Que paguen ellos por nosotros
Otra forma de incentivar a los niños a que se familiaricen con el dinero y el ahorro es dándoles el dinero nosotros y pidiéndoles que paguen ellos. Antes de que paguen la consumición del bar o en una tienda de chuches, razona con ellos previamente el dinero que les das, el coste de lo que hemos consumido y que razonen también el importe de la “vuelta”, lo que sobra tras pagar. Como premio, que se queden con la vuelta, pero solo si la meten en su hucha.
Motivarles a ahorrar para sus caprichos
Todos los niños tienen un capricho grande de vez en cuando. Y puede que tengamos la “mala suerte” de que dispongan de suficientes recursos en su hucha como para que se lo puedan “permitir”. Sin embargo, ambos, ellos y nosotros sabemos perfectamente que falta algo para que se lo puedan comprar.
Objetivo 100 horas
No hay mejor incentivo que anotar y llevar un registro escrito del esfuerzo que ha llevado conseguir un objetivo en la vida. Como cada hora vale oro, y su empleo en una tarea, te impide realizar otra tarea, apuntar el número de horas dedicadas a un objetivo es una gran fuente de incentivo.
Veamos un ejemplo. Mi hijo Pepe llevaba mucho tiempo deseando comprar un videojuego (Grand Theft Auto) y nos decía que tenía el dinero y que se lo quería comprar, ¡ya!
Nosotros intentamos razonar con él que estábamos al principio de un trimestre escolar y que entonces era tiempo de estudios pero que si todo iba bien, podría alcanzar su deseo. Así que vinculamos la compra de sus videojuego a la obtención de buenos resultados un trimestre más tarde en sus notas escolares. Y calculamos que el fruto de conseguirlo era cumplir un objetivo de 100 horas de estudio y tareas escolares (unas 2 al día, durante 5 días de 7 cada semana) durante el trimestre.
Y como método, apuntamos en un papel, de forma ordenada, cada día, la hora de inicio y la de final de cada asignatura estudiada y también cada semana. Al final de cada semana sumábamos los totales de los días anteriores y se los restábamos al objetivo 100 horas. Además este método nos permitía ver a qué asignaturas se dedicaba más tiempo y cuáles de ellas estaban faltas de repaso. De esta manera, el objetivo estaba cada vez más cerca y el premio se hacía más tangible.
Co-financiación
El sentimiento de co-financiación ayuda a los niños a superar la frustración que les pueda generar el desembolso más o menos elevado en relación con su presupuesto actual y sus «entradas» de ahorro.
El concepto de la co-financiación se puede utilizar en dos sentidos: para incentivar los ingresos y para hacer menos gravoso el desembolso.
Dos ejemplos:
- El pequeño de la casa con 11 años tiene sus caprichos y para alcanzarlos necesita algún ingreso, que no conseguirá en meses con su paga semanal. Le incentivamos a obtener una mayor paga supeditada a la consecución de objetivos o pequeñas tareas extraordinarias como ayudar a lavar el coche a su padre por ejemplo.
- Una de mis hijas (de 14 años) tenía el deseo de comprar unos nuevos auriculares de su marca favorita, cuyo precio ronda los 30 euros, 15 más que otras alternativas seguro que tan buenas.
Tras explicarle que su marca favorita es mucho más cara que una marca «funcional» de auriculares hicimos un pacto. Los padres le cubrimos la mitad y ella pone la otra mitad de sus ahorros.
Actuando de esta manera, ella aprende a conservar mejor sus más preciados «tesoros» (su smartphone con su música y auriculares) y entiende que cada vez que quiera algo nuevo más allá de lo necesario, la obligamos a razonar el impacto que ese deseo tendrá en sus finanzas y que valore los usos alternativos que sacrificará con su decisión ella y la familia.
Pequeños contables
Motiva a tus hijos a llevar una hoja registro (o un fichero de Hoja de Cálculo tipo Excel) donde apuntar sus saldos de la hucha con sus entradas y salidas de efectivo.
Apóyate en los colores verde y rojo para que entiendan el significado de la expresión «estar en números rojos» y que asocien el verde (esperanza), con el futuro de sus pequeños ahorros.
De esta manera, tus hijos aprenderán los grandes principios contables como fecha de apertura, saldo inicial, entrada (aportación), salida (retirada), saldo acumulado, etc. Aquí te pongo un ejemplo:
Fecha | Aportación | Retirada | Saldo acumulado | Concepto |
1.05 | 324,50 eur | – | 324,50 eur | Regalos primera comunión |
15.05 | – | 29 eur | 295,50 eur | Compra videojuego |
26.05 | 10 eur | 305,50 eur | Paga semanal |
Así podrán además conocer lo que les queda para cumplir sus objetivos futuros a corto plazo y entender el impacto de sus caprichos en sus ahorros.
El salto a las cuentas para niños
Una vez en la adolescencia, el cerdito hucha se puede convertir en una pesada carga y en un peligro si hay personas con acceso a los ahorros de los niños. Puede ser el momento ideal para abrir una cuenta corriente bancaria para niños. Ojo, que estas cuentas tienen una remuneración muy reducida, pero les permitirán familiarizarse con la banca online.
Y a la vez, puede ser el momento de empezar a invertir una suma por ellos en un producto de ahorro con interés compuesto, con algún objetivo relevante a unos años vista como pagarse la universidad o un máster privado o dar la entrada de una vivienda años después.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
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